¿Te gustaría compostar pero…? Te da pereza. Una buena técnica es implicar a amigos, familia o… los peques de la casa. ¿Por qué no? Los niños siempre se muestran entusiastas en todo lo nuevo.
Para que sea más llevadero, puedes iniciarles explicándoles un cuento. Por ejemplo, el cuente de:
Simón, el caracol y el compostador de jardín
Había una vez un caracol muy campechano, que se llamaba Simón, que se pasaba el día de hoja en hoja, comiendo ahora un poco de aquí, ahora un poco de allà. Se conocía todos los rincones del jardín donde vivía, y había dejado su rastro plateado en todas las plantas, árboles y arbustos. De hecho, los había probado todos. Algunos le gustaban más y otros le gustaban menos, pero, en general, todo le iba bien.
Un buen día, todo cambió. En el jardín había más movimiento de lo habitual y, de repente, un objeto enorme – ¡por lo menos para él era enorme! – apareció en uno de los rincones más alejados del jardín, justo bajo el limonero. Al principio, el caracol Simón no hizo demasiado caso, ya que estaba bastante acostumbrado a que los humanos le llenasen el jardín con todo tipo de utensilios extraños y desconocidos que, para él, muchas veces, eran sumamente peligrosos. (…)